Seis días en la vida de… Ojo de Halcón: Superhéroe de lo cotidiano

Las cosas como son, qué ganas tenía de empezar este cómic: Seis días en la vida de…Ojo de Halcón. El arquero más famoso de la casa de las ideas se toma un descanso de los vengadores para enseñarnos cómo es el día a día de un «Superhéroe de lo cotidiano». Digo un superhéroe de lo cotidiano porque es eso, nada de aliens de otros planetas, amenazas robóticas mundiales ni profesores megalómanos que quieren gobernar la tierra. Para nada, esta es la historia de un tío que sólo quiere estar tranquilo, pero no puede evitar marcar la diferencia. Puede que lo que más falla en el título es el término «superhérore», porque al fin de cuentas Ojo de Halcón no lo es: no hay superpoderes, no hay supermalos, es más, tampoco hay supertrajes. Sólo hay una cosa: un súper tío contra el mundo.

Ojo de Halcón: El eterno secundario

El nacimiento de Ojo de Halcón como súperhéroe no es el habitual. No tenemos ni accidentes radioactivos, ni trauma familiar, ni siquiera una llamada del destino. Estamos ante un pobre huérfano que se une a una feria donde descubre todas sus habilidades arqueras de la mano de El Espadachín, que será uno de sus archienemigos de ahora en adelante. Tras un escabroso asunto con Viuda negra y Ironman de por medio en el que el personaje nace como enemigo de Tony Stark, el arquero púrpura acabará formando parte de la nueva época de los vengadores. El personaje encajó a la perfección desde un principio, su personalidad rebelde así como su ingenio en las batallas era determinante en el estilo de los vengadores. Ojo de Halcón no tenía poderes, pero los sustituía con una puntería sobrehumana y una colección de flechas que haría avergonzar al cinturón de Batman.

Sin embargo, este perfecto idilio no duraría para siempre. Tiempo después de unirse a los vengadores, el bueno de Ojo de Halcón sufrió una crisis de identidad al no sentirse merecedor de pertenecer al equipo sin tener poderes. Fue así como, tomó el suero de hacerse gigante de Frank Pym y asumió la identidad de Goliath. Una aventura que terminaría al encontrar venganza por la muerte de su hermano, volviendo poco después a la identidad del arquero.

Tras esta breve etapa con poderes, Clint Barton volvió a encontrar la seguridad en sí mismo para verse como Ojo de Halcón y volvió a ser el arquero de los vengadores. Mientras que el resto de los integrantes del super equipo se iban y volvían para protagonizar sus propias series, el desenfadado personaje continuaba siendo un integrante fijo, abandonando las series únicamente para apoyar a tal o cual vengador en sus propias peripecias.

Seis días en la vida de… Son muchas cosas las que han pasado para llegar a esta situación.

Llegamos así al volumen que nos ocupa: Hawkeye vol.4,1. A nivel editorial obviamente hay tres números anteriores que, si bien se centraron en Ojo de Halcón, podríamos decir que no llegan a hablarnos de Clint Barton en absoluto. A un nivel de personaje, bueno las cosas se han complicado ligeramente: Ojo de Halcón se transforma en Ronin, casi pierde la vista, la situación con su mujer se ha vuelto insostenible, una batalla a muerte con su hermano…bueno pues la vida no? Aunque para esta historia probablemente el hecho más importante sea el nacimiento de un nuevo Ojo de Halcón: Kate Bishop, la pupila del arquero que ostentará junto él su pseudónimo a partir de ahora.

«Sí, este soy yo. Puede que te preguntes cómo he llegado aquí»

Así comienza este número tan icónico de nuestro arquero favorito. Se trata de una herramienta clásica de comienzo en series, películas, etc. El protagonista, se ve inmerso e una acción sin sentido o rockanbolesca y, pausando la escena, pronuncia estas palabras y el resto de la trama transcurre en un flashback que nos sitúa en este momento. Aunque no utiliza estas palabras exactas, sí que está imbuido de este espíritu. Nos encontramos al viejo Ojo de Halcón cayendo por una ventana mientras dispara el arco y nos dice: «Vale…esto pinta mal».

El comienzo lo dice todo y es que, esta es una historia de Ojo de Halcón, de su vida y de sus cagadas. Así es como se nos presenta a un personaje, que enseguida entra en una vorágine de violencia y comentarios mordaces que retratan una ciudad de Nueva York salvaje y fría. Una ciudad en la que el arquero debe tratar de hacerse un hueco, no cómo héroe sino como Clint Barton. Se trata del mismo viaje que le hizo convertirse en Goliath y volver a ser el Ojo de Halcón.

"Vale...esto pinta mal"

Este comienzo tan icónico se verá acompañado de viajes temporales en su narración, que actuarán como flashback que nos devuelvan al presente. Estos saltos narrativos, harán que nos sintamos igual de perdidos que parece encontrarse el protagonista, como sumidos en una conmoción cerebral por las sucesivas escenas de acción.

Jungla de Cristal con arco y flechas

El guión de Matt Fraction, nos traslada al Nueva York de las bandas, uno muy real y nada heroico, en el que Clint Barton se arrastra como un hombre cansado de su vida de vengador, pero sin poder separarse de ella. Los comentarios sarcásticos se suceden a lo largo de la trama, en una sátira mordaz, que se acerca al componente más humano de las víctimas de los malos. Clint sólo es un hombre que quiere vivir tranquilo, pero no va a permitir el maltrato de sus vecinos, con los que disfruta de barbacoas en la azotea como uno más.

Cada capítulo es una historia nueva, que aparentemente no guarda una relación con las demás, siendo el nexo de unión la lucha de Clint por salvar su edificio, como una metáfora de su propia alma de súperhéroe. Las historias se suceden, contadas a una manera costumbristas, donde la única conexión es la vida de nuestro héroe fuera de la mansión de los vengadores. Al puro estilo John Mcclane, Barton irá acumulando heridas, comentarios socarrones y decepciones por toda Nueva York. Jungla de cristal 3 llevada a las viñetas cambiando las pistolas por arco y flechas.

Mención especial para la escena de la persecución de coches, ejecutada con maestría tanto en su diseño de diálogos y acción como en el apartado artístico. El Nueva York oscuro y gris de los primeros números deja paso al filtro pastel de las películas de acción de los años 80. En la cabeza de todos: Summer in the City, de The Lovin’Spoonful.

Respira, tensa y exhala

Pero el señor Barton no estará solo en esta lucha, hace aquí su aparición Kate Bishop, la pupila del arquero, que no permitirá que su maestro descienda sólo a los infiernos. En esta historia se nos presenta a una Kate rebelde y desenfadada, el compinche perfecto para el Ojo de Halcón más irreverente y descontrolado. Kate es el Robin moderno, no cuestiona los actos de su mentor aunque no esté de acuerdo con ellos, prefiriendo estar cerca de él para poder tenerlo vigilado. Una historia de amor que viaja entre lo paterno filial y lo amoroso, manteniendo una tensión sexual que sólo el lector percibe.

Si bien Bishop no era nueva en el universo Marvel, fue en este volumen donde enamora a los lectores y, como su maestro, se gana el derecho de ser un protagonista propio y no un secundario más. Y es que no podemos olvidar que este volumen es una Buddy film, una historia de compañeros pasándose las reglas por el arco del triunfo.

El minimalismo da en el blanco

El tándem de héroe y compinche funciona, y tiene un significado mayor que hasta ahora. Kate Bishop se convierte en un cómplice para Ojo de Halcón en las acciones que llevará a cabo. Dos héroes contra Shield, los vengadores y todas las bandas de criminales de la ciudad. El magnífico argumento se ve arropado del soberbio arte de David Aja que, al igual que Ojo de Halcón, decide separarse del resto de estilo de los vengadores para hacer el suyo propio. El minimalismo de sus diseños se hace con la historia y da en el blanco como la mejor representación de Ojo de Halcón hasta la fecha.

El arte trasciende la mera viñeta y se convierte en un canal de información pasivo, un narrador omnisciente que nos sitúa la acción y los sentimientos. Un juego de colores en los que Ojo de Halcón conserva el púrpura, esta vez apagado y gris; mientras Kate Bishop se apodera del color mostaza, ofreciéndonos escenas memorables tanto en guión como en composición cromática.

No podemos olvidar el trabajo de Javier Pulido, que continúa la labor de Aja a partir del tercer número, superando el minimalismo inicial para aportar ciertos tintes setenteros, además de grandes dosis de acción.

Relaja la mano y dispara

Finalizamos ya, no sin antes hacer una mención muy especial a lo que primero nos acerca a este volumen: las portadas. Las portadas nacieron como un resumen de lo que traía el tebeo en interior. Eran una forma de atraer la mirada de los chavales y ponerles los dientes largos para que supieran en qué iban a gastarse los centavos de su paga. En Ojo de Halcón Vol. 4, la portada trasciende los tiempos modernos y se convierte en una licencia del artista. Una forma de desahogo creativo, un regalo de la editorial, para los autores y para el público: la celebración de algo que sabes que ha quedado perfecto.

Y así por fin llegamos al final de esta reseña. Iré subiendo el resto de números de Ojo de Halcón según los vaya leyendo. Por último os doy algunos datos de la edición que he leído. Se trata del 100% Marvel, publicada por Panini Cómics en tapa blanda. No se trata de una edición muy buena, todos los cómics que tengo de esta línea se despegan las páginas. Quizás prefiráis el volumen que recoge toda la serie, que es un integral de tapa dura, pero no sale tan económico.

Enlaces de venta:

Por último y como en Eduverse no nos gusta puntuar, abrimos nuestro eduversómetro y pensamos que es Obligatorio, leerse este cómic de Ojo de Halcón. Aunque os animo a que leáis el resto de reseñas porque algunos números son mejores aún.

¡Gracias por pertenecer a ese 1% que aún te gusta leer! Y hasta la próxima.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *